En América Latina, un 45% del agua se pierde antes de llegar al cliente. Esta pérdida, que no se le puede facturar a nadie, no sólo complica el reto de aumentar el acceso a agua potable, sino que también representa un gran despilfarro de energía.
En América Latina, un 45% del agua se pierde antes de llegar al cliente. Esta pérdida, que no se le puede facturar a nadie, no sólo complica el reto de aumentar el acceso a agua potable, sino que también representa un gran despilfarro de energía.